Luego de las regatas, la selección masculina de canoaje improvisa un quiosco en donde vende hamburguesas, gaseosas y panchos para solventar los viajes a las competencias
Por Fernando Czyz y Germán Leza De la Redacción de canchallena.com 15 de Marzo de 2010
"Alguna vez nos llegaron a disparar con armas de fuego. Es un incentivo para remar más rápido", ironizó Nelson Geringer, el segundo desde la izquierda - LA NACIONhttp://www.canchallena.com/1243799
¿Podría imaginarse a Lionel Messi vendiendo gaseosas en el estadio de River el próximo 24 de mayo para poder solventarse el viaje al Mundial de Sudáfrica? ¿O acaso se pueden cerrar los ojos y fantasear con Emanuel Ginóbili cocinando hamburguesas y reuniendo el dinero para ir a la Copa del Mundo de Turquía? En el deporte amateur de nuestro país, sin embargo, es común tropezar con historias de vida como las del equipo nacional masculino de canoaje. Tras las regatas, que tienen lugar en la pista nacional de Tigre, sus integrantes abren su quiosco improvisado y venden gaseosas, pastafrolas, panchos y hamburguesas con el objetivo de conseguir los recursos para los gastos de traslado, alojamiento y alimentos de sus concentraciones, o bien para reparar los botes si sufren algún contratiempo.
"Empezamos hace un mes a juntar fondos para el equipo nacional de canoaje, para comprar comida y tener una reserva por si se rompe un bote", expresa con una sonrisa y total naturalidad la voz cantante del equipo nacional, Joaquín Siriscevic.
Estos chicos, que desde el año pasado vienen desarrollando una preparación para el primer gran objetivo de 2010, los Juegos Odesur en Medellín, se entrenan por las mañanas y luego, durante las tardes, cuando hay competencias organizadas por la Federación de Canotaje en Tigre, abren su precario negocio.
"Tenemos alfajores, gaseosas, tortas que hacemos nosotros o nuestros padres, y remeras del equipo nacional", continúa Joaquín, quien aclara que las casacas son diseñadas por ellos mismos y tienen un valor de 40 pesos con un sello en el dorso que dice "Argentina".
"Hace tres fines de semana que empezaron las regatas en el Tigre y venimos con nuestro quiosco. Generalmente, ofrecemos hamburguesas y panchos, pero esta vez la competencia empezó a la una de la tarde y, como entrenamos a la mañana, no llegamos a tiempo para traer la plancha y la panchera", explica el palista.
La llegada a la pista del Tigre también supone una complicación para los palistas, que día tras día recorren el río Reconquista en busca de su hábitat natural para entrenarse y para competir.
"Si bien comenzaron las obras en la pista del Tigre, cuando el río está bajo y viene la basura desde los afluentes, es casi imposible entrenarse porque te encontrás con cualquier cosa debajo del agua", coinciden en señalar los nueve integrantes de la selección masculina que viajará a Medellín.
Pese a las mejoras que se están instrumentando en el escenario deportivo que comparten el remo y el canoaje, el río Reconquista es un espejo de agua altamente contaminado que recorre dieciocho partidos de la provincia de Buenos Aires antes de su desembocadura en el Río de la Plata.
"En este trayecto, nos han tirado de todo desde los barrios vecinos al río y hasta alguna vez nos han llegado a disparar con armas de fuego... es como un incentivo para remar cada vez más rápido", ironiza Nelson Geringer, integrante de la selección nacional.
Hacia fines de febrero, el equipo argentino, que tiene como principal referente histórico a Javier Correa -actual presidente de la Federación de Canoas-, organizó una concentración en La Plata con la mira puesta en los Juegos Odesur.
"Antes de esta cita de dos semanas en La Plata, como no nos alcanzaba con el fondo que teníamos, hicimos un asado para 100 personas en el club La Marina, que nos dio el bar sin cargo", relata Siriscevic, detrás del puesto improvisado que funciona a la vera del río Reconquista.
"Subirse a una canoa supone para todos nosotros el deseo por conseguir el objetivo: la medalla, lograr una marca en un control o soñar con ir subiendo en la carrera de un deportista", es la explicación de la experimentada María Fernanda Lauro, integrante del conjunto femenino de canoaje, cuando describe las sensaciones de representar al país, pese a las adversidades.
"Por la mañana, nos entrenamos y después, por la tarde, abrimos el quiosco. Nos falta la sombrilla, pero tratamos de poner la mejor predisposición porque amamos lo que hacemos", es el resumen de Joaquín, el integrante de un seleccionado que lucha ante los contratiempos y sueña con sortear las dificultades y cumplir los objetivos.
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